Olga Vázquez
Hay personas que viven el baloncesto no como una etapa, sino como un camino completo. Un recorrido que empieza desde la base, desde el club de toda la vida, y que se va ampliando con cada experiencia, cada reto y cada paso hacia adelante. Hoy nos acompaña alguien que conoce el baloncesto de formación desde dentro, desde la intensidad de una pista de minibasket hasta la exigencia de una selección territorial.
Su vínculo con el baloncesto nace en casa, en un club humilde, donde con solo 16 años ya compaginaba la pasión por jugar con la responsabilidad de entrenar. Esa doble mirada —jugadora y entrenadora— marcó su manera de entender el juego. Una lesión grave a los 30 cambió su camino, pero no su vínculo con el deporte: dejó de jugar para volcarse de lleno en formar a otros.
Fue entonces cuando se abrió una nueva etapa: la federativa. Un mundo distinto, con otros ritmos, otras dinámicas, otras responsabilidades. Allí descubrió nuevas formas de entrenar, de organizar equipos y de llevar selecciones. Hoy continúa ese trabajo desde Girona, con una mirada que combina estructura y flexibilidad, exigencia y cercanía.
Tiene muy claro que el compromiso no debería depender del nivel competitivo del equipo. Sea cual sea la categoría, hay principios innegociables: generar hábitos, enseñar a entrenar, dar espacio a la pregunta y asegurarse de que el trabajo en pista tenga sentido para todos. Cree en el juego libre como un proceso más difícil, pero más enriquecedor. Los sistemas ayudan, sí, pero la libertad construye.
Hoy, con todos nosotros, Olga Vázquez.