No sé si somos especiales, pero sí únicos
Cada vez me molestan más las soluciones estandarizadas y las pócimas milagrosas. Un bálsamo que consigue que todos tus problemas desaparezcan y que todo funcione como la seda. Contáctame y te explico cómo.
Ni entro en los que explotan directamente los miedos o modas: si no usas la IA, tu competencia sí, o te vas a quedar sin trabajo si no haces mi curso para ser millonario. Que el autor no lo sea daría que pensar, y si lo fuera, yo estaría intentando hacer de este mundo un lugar mejor para mis hijos y, de paso, para los mayores. Crear más ricos no sé yo si es el método; distinto sería si creáramos más riqueza, pero ¿para qué nos vamos a poner sutiles? Entiendo que todos tenemos facturas que pagar.
En esto, mientras gastaba unas dosis de dopamina en Instagram, me encontré con este post y sé que queda mal mezclar psicología y espiritualidad con la física cuántica, a pesar de que, como casi nadie la entiende, todo queda maravilloso: somos energía, vibramos, somos cuerda… o, como decía un amigo físico, o sabemos si somos idiotas o sabemos si somos estúpidos, pero no las dos cosas a la vez.
A consecuencia de ese post, mi memoria recuperó una canción que cada vez que la escuchaba me removía algo por dentro: I shall be released.. Lo que me marcaba de la canción eran los primeros versos que traduzco directamente:
“Dicen que todo puede ser reemplazado,
pero no toda distancia está cerca.
Así que recuerdo cada rostro
de cada hombre que me puso aquí.
Veo mi luz brillar,
del oeste hacia el este.
Cualquier día ya, cualquier día ya,
seré liberado.”Tenemos una contradicción entre que todos podemos ser reemplazados, y de esto van muchas políticas de empresa: meter en moldes a las personas para que los procesos funcionen de forma que respondan a los KPIs que espera el director. Todos hemos de ser especiales porque, como todos somos iguales, si uno es especial, todos lo somos. Y si nos lanzamos, si aplicamos el sistema paquetizado de “hágase usted millonario”, todos nos podríamos convertir en millonarios.
Somos todos especiales, pero somos todos iguales, por lo que todos somos reemplazables, con lo que quizás al siguiente que despidan sea a ti. Y como somos todos iguales y podemos traducirte a un algoritmo, quizás no solo te despidamos a ti, sino a todo tu departamento e implementemos una IA. Pero no te preocupes, tú eres especial: te puedes hacer rico con el curso de uno de los tantos expertos que pululan por la red.
Yo no sé si somos todos especiales; sé que todos somos diferentes y, por lo diferente, somos únicos. ¿Especial? Las canelones de mi madre; del resto, veremos. Y somos todos diferentes porque, como dice el post de Instagram, a pesar de ofrecer la misma respuesta verbal, el proceso cognitivo y, sobre todo, el inconsciente pueden tener caminos neuronales totalmente distintos. Podría daros el ejemplo de los artistas que, al representar un jarrón, cada uno lo plasma de forma distinta, o los escritores que describen escenas distintas. Incluso en matemáticas hay soluciones que usan procesos distintos para llegar a la misma conclusión.
Aceptando que todos somos diferentes y que la diferencia es básica para que exista la variabilidad —y si no, pregúntale a la genética y a la teoría de la evolución de Darwin—, ¿en qué forma o manera estamos mejorando la sociedad si cercenamos toda divergencia forzando a encajar en una categoría? No sabía yo que esto era como ser fan del fútbol o del baloncesto, o preferir los guisantes al jamón.
Como dicen en todos los cursos de formación a los que he ido, hay que dejar que la gente se exprese; hay que poner condicionantes para evitar que se hagan daño, para fijar conceptos o quizás para forzar su creatividad. No sabía yo que todo el corpus teórico de formación estaba equivocado y que la mejor manera de hacer crecer a una persona era etiquetándola, podando todo lo que no encaja en nuestra descripción y luego forzándola a ser una réplica de un concepto que no le refleja.
Lo dice Snoop Dogg: sé tú mismo porque solo tú puedes hacer lo que tú haces como tú lo haces. Pero si somos un poco más pedantes, podemos irnos a Oscar Wilde, que decía: sé tú mismo porque los demás puestos están ocupados.
Hay que ser valiente: primero, para negarse a ser lo que no eres; y segundo, para aceptar a gente que no encaja en cajas predefinidas. Dar ese paso tiene un coste: emocional, financiero, reputacional, y a veces te encuentras solo predicando en el desierto y esos que se decían tus amigos solo estaban por la cerveza, no por ti.
Si eres de los que se ha dado cuenta de que podemos ser mejores, que no hace falta alinear ni despersonalizar para conseguir objetivos, tienes mi agradecimiento personal. Y si estás pensándolo pero no sabes cómo, si tienes todavía dudas, contacta con un coach, un psicólogo que te podrá ayudar a encontrar la fuerza que está dentro de ti y las herramientas para poder seguir creciendo y salirte de esta charada en que hemos convertido la realidad.


