Entrenando al entrenador
Hace ya mucho tiempo había un cómic1 que tenía como una de sus frases fuerza para vender, “quién vigila al vigilante”, para ironías del destino descubrí que Alan Moore no era el autor intelectual a pesar de que lo considero uno de los mejores guionistas sino que su autor tiene ya unos cuantos años y reza “Quis custodiet ipsos custodes2?” del poeta romano Juvenal. El caso es que como afición soy entrenador de baloncesto en equipos de formación, y lo de afición es más por no forzar la realidad porque el perfil es más de tutor/maestro/guía que una persona con un chandal y un silbato que grita “corran, corran”.
Como entrenador me preocupa que jueguen bien al deporte que me encanta, pero lo que está por debajo de esta fachada es formar niños y niñas jóvenes en valores que son claves y que no son siempre fáciles de enseñar. Voy a volver a repasar algunos de ellos pero me imagino que todos los tenéis claros: esfuerzo, sacrificio, actitud, constancia, equipo, superación, etc… todos y cada uno de ellos genera, en mi humilde opinión, mejores personas para la sociedad.
Como ya he dicho este es un rol que considero muy importante por el impacto que tenemos en las mentes de los jóvenes, por eso me entristece notablemente cuando el club pone un segundo entrenador para ayudar y ocurren una de estas dos situaciones.
Pongo conos. El primer entrenador no comparte el conocimiento, no explica las decisiones que toma ni la proyección de los entrenos y los ejercicios. Básicamente ve al segundo como una herramienta que se dedica a quitarle problemas como poner y quitar conos, enviar mensajes sobre horarios y en ocasiones, para hablar con los padres. No invierte tiempo en enseñarle porque o bien cree que no podrá aprender o porque no tiene tiempo o porque para esto están los clínics.
Soy el amigo. Este caso es el peor que el primero porque los dos entrenadores ahora se dedican a charlar entre ellos sobre cualquier tema pero que no sea de lo que está pasando en el campo. Van de amigos de jugadores pero no son conscientes de que dejan al equipo sin nadie que les entrene.
Es por esta razón que cuando el club tiene a bien ponerme un segundo es algo que me tomo muy en serio, quiero formar al siguiente que vendrá después de mi para que los valores básicos que defiendo no se pierdan. Formarle para que vea la importancia de los intangibles que van más allá de la pizarra, que no es todo dibujar cuatro líneas y gritar.
Los adultos, o las personas que nos dan un gran poder y por lo tanto responsabilidad no vemos lo importante de saber escuchar, de agacharse a la altura de sus ojos para hablar, que no gritar, para comunicar una instrucción. Nos cuesta entender que la letra con sangre no entra y que además cuesta mucho de limpiar después. Que el refuerzo positivo es una de las herramientas más valiosas que existe, y que si consigues que ellos confíen en ti serás tu el que te convertirás en el alumno y ellos de darán las lecciones que necesitas.
Creo que hemos de tomarnos el rol formadores en serio, por los niños, y más importante, por formadores de segundos entrenadores. De darles las herramientas para tener paciencia, de ser conscientes de su contexto que por mucho que gritemos a un pez será incapaz de trepar a un árbol, con lo que como mono no dará la talla, pero como animal acuático lo bordaría.
Esta obviedad la suelo comentar porque tendemos a pedir libertad y no tener ataduras en nuestra forma de proceder, pero luego aplicamos criterios de hierro con los demás. Sino sabes ejecutar este fundamento (o saberlo enseñar) eres malo, sino progresas como yo creo que corto del equipo, y nos olvidamos que cada uno tiene sus límites y sus ritmos y saber premiar a cada uno en función de sus capacidades separa a los grupos que permanecen unidos de los que son un rosario de rotaciones.
Como último párrafo, insisto en tener profesionales como coaches para ayudar en estos procesos, porque por muy bueno que uno se crea, existe siempre la posibilidad de hacerlo mejor y bueno es que alguien te ayude a dar un paso más en convertirte en tu mejor versión posible.