Dani Mestre
A veces el liderazgo nace desde un lugar inesperado: una pista de barrio, un equipo social o la mirada atenta de un mentor que sabe ver en ti algo que tú aún no ves. La historia de Dani Mestre es precisamente eso: un crecimiento que combina pasión, estudio, intuición y una profunda vocación formativa. Empezó desde abajo, desde la base más pura del baloncesto, y con el tiempo ha convertido cada etapa en un banco de pruebas para entender mejor a las personas, a los equipos y a sí mismo. Su trayectoria no es solo deportiva, sino humana: adaptarse, cuestionarse y volver a empezar tantas veces como haga falta.
Su evolución como entrenador tiene un hilo conductor muy claro: la capacidad de aprender de todos. De su padre, que le abrió la puerta al banquillo; de los entrenadores referentes que se ha encontrado; de los clubes que han marcado su visión —Horta, Femení Cerdanyola, Santfeliuenc, JAC Sants—; y de los propios jugadores, que le recuerdan cada año que la formación no se basa en fórmulas fijas, sino en personas cambiantes. Como en la empresa, Dani ha entendido que dirigir no es imponer, sino adaptarse a lo que ocurre antes, durante y después de cada “jornada”.
Su perfil como ingeniero aporta una capa aún más interesante: no se trata de convertir el deporte en una ecuación, sino de usar la lógica, la observación y la medición como herramientas de crecimiento. Habla de agilidad, de tomar decisiones bajo presión, de utilizar la tecnología sin deshumanizar el proceso y de entender que los datos ayudan, pero no sustituyen el criterio ni la sensibilidad para leer a un niño de 12 años que aún está aprendiendo quién es. Ese equilibrio —entre lo técnico y lo emocional— lo acerca mucho a los grandes formadores y a los buenos líderes en cualquier organización.
Lo más valioso de su mirada es cómo entiende el desarrollo: entrenar jugadores, no solo equipos. Tratar cada progreso como un camino individual, respetar los ritmos, evitar dogmas, y construir un entorno donde se pueda fallar sin miedo. Dani defiende un liderazgo que escucha, que acompaña, que genera confianza, que fomenta el buen ambiente y que sabe que un grupo cohesionado rinde mejor que cualquier pizarra perfecta. Su filosofía recuerda a esa idea tan repetida en la empresa: si cuidas a las personas, el rendimiento llega solo.
Hoy, con todos nosotros, Dani Mestre.


